Un análisis sobre el impacto del consumo de carne para la sostenibilidad del Planeta

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De un tiempo a esta parte las tendencias por el vegetarianismo y el veganismo se han multiplicado y hecho muy evidentes en la sociedad. Si bien siempre han existido, ahora los motivos por los que hacerse vegetariano o vegano, se multiplican. Y esto se debe, en parte, al aumento de la conciencia y sensibilización con el medio ambiente.

Los informes científicos llevan tiempo destacando cómo la producción de carne contribuye significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero. Aproximadamente el 14,5% de las emisiones globales. Y también a la deforestación, la escasez de agua y la pérdida de biodiversidad. Ante esta realidad, surge el debate: ¿Deberíamos dejar de comer carne?

Siempre se ha comido, pero quizá antes se hacía de otra manera.

Su consumo, a nivel mundial ha experimentado un crecimiento exponencial en las últimas décadas. Ha aumentado significativamente la población en el Planeta y por lo tanto la necesidad de abastecer a todos o, al menos, a los que pueden permitírselo. 

Antes quizá se comía carne una vez por semana. Hoy, al revés: quizá pueda haber un día en el que no la comas. Por eso, esta demanda masiva ha llevado a prácticas insostenibles, como la cría intensiva de animales, el excesivo gasto de recursos naturales y la generación de residuos contaminantes. 

La expansión de la ganadería ha llevado a la deforestación a gran escala, especialmente en áreas como la Amazonia, para crear grandes pastos para el ganado. Esta deforestación no solo reduce la capacidad de los bosques para absorber el dióxido de carbono, sino que también destruye hábitats naturales y pone en peligro la biodiversidad.

Sin hablar del gasto de agua, tanto para el riego de los cultivos destinados a la alimentación de los animales, como para la ingesta de estos, en un momento en que muchas regiones del mundo ya enfrentan escasez de agua.

Sin embargo, la carne es una fuente importante de nutrientes, como proteínas, hierro y vitamina B12, que son esenciales para una dieta equilibrada y saludable. Además, muchas comunidades dependen de la ganadería como medio de subsistencia, especialmente en áreas rurales.

Por eso, quizá la respuesta a la pregunta que planteábamos al principio del artículo, no deba ser tan radical. Quizá la clave está en la moderación y en buscar alternativas sostenibles. Reducir el consumo de carne y optar por opciones más saludables y respetuosas con el medio ambiente, como dietas basadas en plantas. Esto podría tener un impacto significativo. O podemos fomentar, también, prácticas agrícolas y ganaderas sostenibles, regenerativas, que minimicen los impactos negativos de la producción de carne.

La elección de comer o no carne es personal y depende de una serie de factores, como la salud, los valores personales y las circunstancias individuales. La sostenibilidad debe ser un factor importante en nuestras decisiones alimentarias, pero también debemos considerar los aspectos sociales, culturales y económicos.